Las alteraciones del comportamiento de las personas con demencia suelen ser la parte más preocupante de su enfermedad. La demencia daña el cerebro, y la persona puede no encontrarle sentido a lo que ve y a lo que oye. Este estado de confusión puede hacerle sentir asustada y ansiosa. Por este motivo, algunas veces insiste en “volver a casa”, estalla en cólera ó se opone a los cuidados. La mayoría de estos comportamientos no están bajo su control.
En diferentes entradas resumiré algunas recomendaciones de manejo de los comportamientos difíciles más frecuentes. Ante todo, debemos preguntarnos si el comportamiento “problemático” es potencialmente dañino para el enfermo ó para otras personas. En caso de no ser peligroso debe evitarse el uso de medicación, por sus frecuentes efectos secundarios, y debemos plantearnos su aceptación. Puede ser más sencillo de tolerar si el cuidador se permite un tiempo de “respiro”, alejado de la persona enferma, de vez en cuando.
Algunos cuidadores consideran las alteraciones de comportamiento como un reto y no como un problema, este abordaje positivo puede ser útil. Algunas recomendaciones generales para el abordaje de las alteraciones de comportamiento incluyen:
RESTRINGIR, frenar, el comportamiento “problema”; especialmente si puede ser peligroso para la persona ó para terceros. Sin embargo, esta restricción puede alterarle todavía más.
REEVALUAR: preguntarnos si alguna enfermedad física ó reacción a alguna medicación puede ser la causa del comportamiento problemático; considerar si la persona tiene dificultad de visión ó audición; averiguar si hay algo ó alguien que le está molestando; en tal caso, valorar si puede ser retirado; considerar si un abordaje diferente podría molestarle en menor grado.
RECONSIDERAR, preguntarnos cómo deben de ser las cosas desde el punto de vista de la persona enferma. Las personas con demencia no son a menudo conscientes del grado de deterioro que sufre. Si no comprende que necesita ayuda para vestirse ó bañarse puede alterarse. Es comprensible si para ella no tiene sentido lo que está sucediendo.
REFOCALIZAR, buscar una manera de que pueda continuar con su comportamiento de una forma segura, puede ser importante para ella aunque no lo podamos comprender. Por ejemplo, facilitarle alguna herramienta u objeto relacionado con su actividad anterior para evitar que saque distintos objetos de la casa y los deje tirados por cualquier lugar.
REAFIRMAR, tranquilizarle después de los episodios de enfado; asegurarle que todo está bien y que vamos a seguir cuidando de ella. Abrazarle puede ser una buena manera de tranquilizarle. Es importante que el cuidador también se tome un tiempo para tranquilizarse y reafirmarse; hace lo mejor que puede frente a una tarea exigente y difícil; si es posible, pasar un tiempo alejado de la persona enferma para recuperar la energía.
REVISAR después del episodio lo que ha sucedido y cómo lo hemos manejado, probablemente volverán a producirse situaciones similares; es importante preguntarnos qué hemos aprendido del episodio que nos ayudará la próxima vez; qué factores precipitaron el comportamiento; cómo hemos respondido; qué hemos hecho bien; y qué podemos probar a hacer la próxima vez.
Fuente:
Macy NL, Rabins PV. The 36-hour day. A family guide to caring for persons with Alzheimer Disease, Related Dementing Illnesses and Memory Loss in Later Life. 3rd edition, 1999. John Hopkins University Press.
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